Vivir al límite. Esa parece ser la filosofía de vida que eligió el japonés Ukyo Katayama. Luego de dejar de correr a velocidades máximas tanto en F1, como así también en distintas categorías del automovilismo, además de participar en el durísimo Rally Dakar quería algo más para seguir produciendo adrenalina que lo haga vivir.
"Calmar la sed de aventuras y vivir todas las sensaciones extremas posibles" es la frase de cabecera de Ukyo, por eso desde hace tiempo se dedica al montañismo.
El primer desafío fue la montaña Manaslu situada en el Himalaya, Nepal que tiene una altitud de 8.156 metros, luego le tocó el turno de escalar el Monte McKinley en Alaska de 6.236 metros y la tercera aventura alpina fue el Monte Fuji de 3.776 metros.
Katayama fue acompañado por dos amigos que fallecieron en el intento, él mismo tuvo la dura tarea de llamar al rescate y a los familiares de los fallecidos.
Siempre fue un arriesgado, y un piloto de F1 muy agresivo, donde disputo 95 GP entre las escuderías Larrousse, Tyrrel y Minardi.
En 1994 le detectaron un cáncer en la espalda, sin embargo el japonés decidió darlo a conocer tres años después en 1997 cuándo se alejó de la Fórmula Uno según él para “no dar lástima por mi estado”.
Gran sentido del humor siempre tuvo, incluso llegó a decir una vez “es posible hacerlo mejor con este coche; ¡el único problema es mi conducción!", poniéndole una cuota de alegría al paddock.
"Calmar la sed de aventuras y vivir todas las sensaciones extremas posibles" es la frase de cabecera de Ukyo, por eso desde hace tiempo se dedica al montañismo.
El primer desafío fue la montaña Manaslu situada en el Himalaya, Nepal que tiene una altitud de 8.156 metros, luego le tocó el turno de escalar el Monte McKinley en Alaska de 6.236 metros y la tercera aventura alpina fue el Monte Fuji de 3.776 metros.
Katayama fue acompañado por dos amigos que fallecieron en el intento, él mismo tuvo la dura tarea de llamar al rescate y a los familiares de los fallecidos.
Siempre fue un arriesgado, y un piloto de F1 muy agresivo, donde disputo 95 GP entre las escuderías Larrousse, Tyrrel y Minardi.
En 1994 le detectaron un cáncer en la espalda, sin embargo el japonés decidió darlo a conocer tres años después en 1997 cuándo se alejó de la Fórmula Uno según él para “no dar lástima por mi estado”.
Gran sentido del humor siempre tuvo, incluso llegó a decir una vez “es posible hacerlo mejor con este coche; ¡el único problema es mi conducción!", poniéndole una cuota de alegría al paddock.
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