lunes, 30 de noviembre de 2009

LA CURVA DEL ÉXITO

Siempre me dio miedo la curva Tamburello en el circuito de Ímola, San Marino. Ahí donde a través de la historia se sucederían la mayoría de los accidentes de la Fórmula Uno en esta pista. Incluso mi ídolo Ayrton Senna había caído en las garras de esta curva aquel 1º de mayo de 1994, donde nada se pudo hacer para que continuara deleitándonos con su manejo excelso y a favor del espectáculo.
Faltaban pocas vueltas para concluir el Gran Premio italiano, ese que yo veía desde la casa de mi abuelo y ambos festejábamos cuándo una Ferrari conseguía el triunfo. Yo peleaba el título con el finlandés Mikka Hakkinen que iba punteando con el McLaren número 1, estaba a punto de conseguir su segundo campeonato seguido, pero mi Ferrari seguía dándole pelea.
De pronto por la radio el ingeniero a cargo de mi auto me confirmó que quedaban dos vueltas y que Hakkinen estaba a 1.6 segundos de distancia.
Yo sentí una mezcla de alegría porque lo sentía más alejado y también sentí miedo porque en metro más venía Tamburello, esa curva fatídica.
Ahí estaban, el McLaren y la Ferrari entrando en la curva muy pegados, yo sin mucha confianza por que Hakkinen jamás haría lo que yo quería, que me regale el espacio por adentro pero así fue y por ahí lo pasé, por adentro como no indican los libros de automovilismo pero sí el libro de los pilotos arriesgados como Ayrton, como Gilles Villeneuve, como yo.
Así llegue al final, vi la bandera a cuadros y me imagine a mi abuelo festejando el triunfo desde el cielo por eso mi mirada interminable hacia arriba y mis lágrimas perpetuas que eran casi imposibles de secar. Me lo imagine al Tano festejando mi triunfo como hacíamos ambos cuándo yo era chico.

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